martes, 19 de mayo de 2009

Un día para pensar…

A decir verdad, nunca me imagine que algún día celebraría este día como mi día. Recuerdo que cuando era un adolescente, este día en el colegio pasaba como uno más, o bueno, no tanto así, pues los profes por andar celebrando en la sala de profesores nos dejaban libres en los salones, y aunque nos decían que no nos saliéramos del salón mientras ellos realizaban una reunión urgente, nosotros nos poníamos el colegio de ruana. Si mi memoria no me falla, no recuerdo haber felicitado nunca a ninguno de mis profesores durante toda la vida escolar, y creo incluso que ni en los primeros cuatro años de mi carrera profesional. Creo que a lo largo de mi vida estudiantil pase este día por desapercibido y poco transcendental, como si no me importara. Sin embargo, hoy no sé porque siento que ya me interesa, que ya me importa que llegue el 15 de mayo. No sé, ¿será por qué ya por poco empezaré a ejercer como docente? Lástima que las cosas solo tomen importancia cuando pasan a ser nuestras. ¿Por qué no son igual de importantes cuando están en otras manos?, ¿por qué somos tan egoístas?

El día de hoy significa mucho para mí en esta ocasión… y aunque no recibí las felicitaciones que recibieron mis colegas en este día, si me sentí bien, me sentí inquieto, contento, reflexivo y necesitado de ir más allá, de ir al encuentro de los niños y jóvenes que inundan las escuelas y los colegios con sus preguntas y sus rebeldías. Hoy, aunque no recibí un homenaje protocolario, si al menos recibí el homenaje de dos chiquillos que saben que soy profesor empírico, me felicitaron al igual que una persona muy especial. Y aunque no me hubiera felicitado ninguna persona, si lo hubiera hecho yo mismo –lo hice-, porque dentro de las cosas que pude pensar hoy, es que soy un profesor de ocasiones, ocasional.

La verdad es que aunque son pocas las veces que he estado en un aula de clase, si me he enfrentado a espacios sumamente importantes. En el bus no he perdido tiempo para hablar de la vida, de lo básico de nuestra existencia y de lo necesario de tomar parte en la transformación de la vida social; he hablado de filosofía, de teología, de religión, de política, de historia y de economía, en muchos lugares, entre ellos los mencionados anteriormente. Aunque lo importante no ha sido hablar de cosas que me gustan y sé, sino el público que he tenido; niños, jóvenes, adultos, ancianos, profesionales, analfabetas, ricos, pobres, ateos, creyentes, ejecutivos, estudiantes, trabajadores (as) etc., ha sido un grupo numeroso y diverso con el que he hablado y enseñado cosas de una manera versátil.

En estos momentos recuerdo mucho el día que le explique a una señora de 40 años la teoría de la evolución de Darwin en un bus, o el día que le hable a mi papá del antropocentrismo moderno mientras disfrutábamos de una noche decembrina roldanillense. Recuerdo que casi no logro hacer que entendiera que los que nos movemos somos nosotros y no lo que está fuera. La verdad, hoy he podido descubrir que soy un profe, pero no con salones aún ni con escuela u hora de clase fija y única. Sencillamente soy un profe de calle, de bus, de fila, de turno de espera, de tertulia.

Ojala todos los profes hayan pasado un día especial, porque el de hoy no fue común, normal, pues hoy fue el día del maestro, el día del que todos los que amamos enseñar queremos ser algún día. ¡Feliz día colegas!

Jhon Fredy Mayor Tamayo
www.elbuhofilosofico.blogspot.com

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