lunes, 27 de julio de 2009

La estrategia del caracol a la Uribe

Mientras los días transcurren en esta Colombia que ya camina su bicentenario de independencia, y recuerda la ardua batalla que libraron los valientes soldados de Simón Bolivar y sus más aguerridos compañeros contra los españoles, la historia patria nos hace recordar, que aunque ya estos sucesos forman parte de la misma, la realidad que hoy vivimos como Estado nos hace sentir que debemos traer a colación la gran empresa que unos valientes, que yacen en monumentos de parques abandonados en nuestros días, tiene que volverse a repetir.

Y es que no queda más que hacer cuando se siente y se ve por todos lados que la democracia peligra, y así mismo la participación del pueblo. Se pone en peligro el poder popular en la medida en que la libertad para opinar y disuadir se ve opacada por lo que dicen los medios de comunicación capitalistas del país, que por razones que no logro entender se hacen llamar de obra social con aires de filantropía, como si la capacidad de darse a los demás consistiera en dar parte de las ganancias a una escuelita o a un ancianato. Parece ser que nos han robado la libertad de pensar y de decidir con imágenes y pronunciamientos que ya no nos interesan, pues como que uno se cansa de escuchar lo mismo por espacio de ocho años.

Ahora, cuando la democracia peligra, ¿qué queda sobre el tapete? Esto resulta muy sencillo: o tiranía o demagogia; uribismo o capitalismo; seguridad democrática o guerrilla. Considero que cualquiera de las anteriores merece un rechazo total. Sin embargo, ¿cuál es la más parecida a nuestra época? Sería la demagogia. ¿Por qué? Uno de los retos del presidente Uribe ha sido firmar el TLC con Estados Unidos, reto que se ha visto truncado por espacio de casi siete años desde aquella maratón olímpica. Y, como es un reto personal el presidente ha hecho de todo; ahora último le dio por aceptar bases militares norteamericanas en nuestro país, como si nuestra nación fuera la recicladora del continente. Los demás diciendo qué no y queriendo sacar el poderío militar gringo del continente y nuestro gobierno llevando la contraria.

Aunque a decir verdad, la aceptación de las bases militares gringas en nuestro país será lo que por fin le dará al presidente Uribe el tan anhelado TLC. ¿Por qué? Como lo hemos visto en los últimos días, la reacción del gobierno venezolano no era menos que la manifestada. El señor Chávez ha visto la aceptación de Colombia como una traición a los acuerdos bilaterales, y más que una traición, un peligro inminente pisándole los talones. Será entonces esta situación la escusa perfecta para el gobierno de Uribe ante los Estados Unidos. Si Venezuela es el mayor comprador de Colombia y deja de comprar por aceptar bases miliares, entonces Estados Unidos tiene que pagarle el favor a Colombia. Y como hacerlo: firmando por fin el TLC. De esta forma el favor estaría cancelado y el niño caprichoso Uribe cumpliría con lo que tanto prometió desde su candidatura.

Al igual que el problema de las bases militares, sucede con Ecuador. El video del “Mono Jojoy”, donde menciona una supuesta ayuda económica para la reelección de Correa en Ecuador, ha vuelto a calentar los ánimos con Colombia. Una vez más nuestro gobierno tiene la excusa perfecta para romper relaciones con Ecuador. Lo que quiere decir que hoy más que nunca necesitamos del TLC con Estados Unidos. Incluso ya muchos empresarios han empezado a manifestar la situación crítica que están viviendo por cumpla de las relaciones diplomáticas con Ecuador.

Como podemos darnos cuenta, no resulta casualidad que paralelo a las bases militares haya aparecido el video del “Mono Jojoy” delatando a Correa. ¿No es está una estrategia del caracol al estilo Uribe-José Obdulio? Como no ha sido suficiente deteriorar la democracia desde adentro ahora lo quiere hacer desde afuera, rompiendo con los países hermanos que fueron liberados hace doscientos años por el mismo caudillo.

Y por si fuera poco a la estrategia del caracol del TLC, también está la otra; la de los secuestrados. Esos pobres que se volvieron salvavidas del gobierno. No debería llamarse la operación jaque, sino la operación póquer, pues sacan ases debajo de la manga cada vez que los necesitan. Ahora le dio otra vez al presidente por autorizar a Piedad y a la Iglesia para tal diligencia. Y mañana dirá otra cosa, ‘es que como digo una cosa digo otra’. No obstante, ante estas decisiones repentinas del presidente queda algo que pensar: ¿Qué pretende nuevamente el presidente con esto? Creo que ilusionar a las familias de los secuestrados y pasar a la historia, como dice Vicky, como el mejor presidente de nuestra nación. Según esto, no será culpa del gobierno ni del presidente que los secuestrados no llegaran a sus hogares, es culpa de la guerrilla que no los quiso liberar ante la orden del presidente. ¡Cómo si él mandara en la guerrilla! No ha sido capaz con los paras y sus corruptas jugadas para la reelección, que incluso por estos días está más envolatada que perdida en el Congreso en su segundo intento, que ahora pretende que le obedezcan los insurgentes.

Los hechos anteriores permiten pensar que el presidente está moviendo sus últimas fichas para ganar por partida doble. Que sería la segunda reelección, que es lo que más desea, pero que parece no se le va a dar. O si no se consigue esto, al menos pasar a la historia como el mejor Uribe, perdón, el mejor presidente de Colombia y en su defecto asegurar un próximo periodo en cuatro años en el 2014.

Gracias a lo que nos permite ver la estrategia del caracol nos podemos dar cuenta que una casa, que un país, que una democracia, se pueden destruir desde dentro. Y desde fuera también como lo enseña el señor Uribe y compañía, los nuevos libertadores del siglo XXI.


Jhon Fredy Mayor

22/07/09